Consumo moderado del vino en la dieta

Vivir, es defenderse de la vida que nos va matando. En esta lucha, la eficacia del vino es incalculable (Dr. Gregorio Marañón).

Las bebidas alcohólicas y en particular el vino tienen una presencia imprescindible en situaciones diversas de la vida familiar y social, y aparecen cotidianamente como acompañantes significativos en las comidas de nuestra nación.

No obstante, si bien son portadores de nutrientes estimulantes y protectores de la salud, también es cierto que pueden ser vehículo potencial de moléculas de riesgo tóxico (tanto endógenas como exógenas) por lo cual deben cumplir, al igual que los restantes productos alimentarios, los controles técnico-sanitarios que señala la ley para prevenir episodios de riesgo para la salud y/o los intereses de la salud. El vino suele ser objeto de ataques con planteamientos sesgados, siempre relacionados con la causa del alcoholismo, en esos sesgos se transparenta la secreta motivación, de índole comercial, más bien guerra comercial, especialmente dura, para desplazarlas del mercado de países productores e importadores.

Conviene insistir que no es justo llevar la alarma a los consumidores moderados de bebidas alcohólicas, al cumplir el requisito de ser higiénicas y sin fraudes, de los cuales se suele hablar mucho, sin conocimiento de causa, pues las más de las veces tienen escasa relevancia y caen dentro del marco común de cualquier otro alimento. Sólo estudios experimentales de las propiedades fisiológicas de las sustancias alcohólicas y no-alcohólicas, y de sus interacciones, pueden ir decantando las recomendaciones precisas y terminar por clarificar la confusión creada por opiniones ambiguas y polémicas interminables.

No obstante, hay que señalar que esta labor resulta difícil en razón de las múltiples disciplinas implicadas en el estudio. De todos modos frente a opiniones dogmáticas sobre el consumo de bebidas alcohólicas se alza, por un lado, el sentido común de la cultura mediterránea, expresado por la palabra moderación y, por otro, las investigaciones científicas sobre el particular, que nos permiten normas para hacer uso, sin riesgo de alcoholismo y de otras intoxicaciones, de las propiedades dietéticas e higiénico sanitarias que guardan las bebidas alcohólicas, en consonancia también con el postulado famoso de Paracelso: «La dosis apropiada es lo que diferencia un veneno de un remedio».

Propiedades Fisiológicas atribuidas al vino

El vino es una solución hidroalcohólica, ácida, tamponada y una dispersión coloidal acuosa, de más de 500 sustancias, minerales, orgánicas, en estado sólido, líquido y gaseoso, de las cuales más de un centenar son volátiles y olorosas. El valor del pH varía entre 3 y 4 unidades, tiene carácter reductor frente al oxígeno y la presencia de etanol oscila entre 90 y 150 ml por litro, dependiendo de la variedad, tipo y zona de producción. Aunque los beneficios saludables del vino han sido experimentados y reconocidos desde hace siglos, muchas de sus propiedades no han sido estudiadas con rigor y conocidas hasta hace poco. Así, por ejemplo resultó llamativo el hecho de que la composición química y el balance de elementos en el vino particularmente vitaminas y aminoácidos, sean aproximadas al balance de los mismos en el cuerpo humano.

Como algunos fármacos dispensados en hospitales, el vino contiene etanol como constituyente importante. Pero si bien el Alcohol tiene sus propios efectos sobre el organismo, no hay que olvidar la interacción que tiene con otros componentes del vino, alguno de los cuales sirven para retardar su absorción por el tracto digestivo y de este modo dar tiempo a la metabolización por el hígado. Esto determina las relativamente bajas concentraciones de etanol en sangre características después de ingestiones moderadas de esta bebida dietética. Si bien el vino no es una panacea nutricional, no puede olvidarse que fue el primer purificador de aguas, como agente antibacteriano (flora gram negativa), calificado como preservador de la salud y coadyuvante restaurador en muchas enfermedades.

Pero sobre todo el vino, en dosis moderadas, puede ofrecer inconmensurables estados de bienestar. Incluso puede rendir un primordial beneficio a la salud: el vino es un tranquilizante, relaja el espíritu después de una jornada larga, y por su acción euforizante nos abre al diálogo y al humor; el vino contribuye a la disolución del estrés, el cual afecta tan negativamente a la salud, debilitando los sistemas inmunitarios y haciéndonos más vulnerables a la enfermedad. El sentirse bien psicológicamente está íntimamente conectado con la salud fisico-química, por tanto, si el papel del vino es parte de una positiva conexión mente-cuerpo, el vino es indudablemente un elemento que contribuye a nuestra buena salud.

A partir de estudios epidemiológicos sobre consumo moderado de vino en dietas prescritas y controladas por la medicina práctica1, con medición tanto de dosis óptimas como de contraindicaciones, según cada caso, ha sido posible enumerar las propiedades genéricas de los vinos:

  • Acción tranquilizante en sujetos con ansiedad.
  • Valor energetico-calórico de los vinos secos para diabéticos
  • Las calorías útiles por día bajan, aproximadamente, un 50%, para bebedores moderados de vino frente a los abstemios, bebedores de agua, los cuales aumentan de peso en tanto que los primeros lo mantienen o disminuyen ligeramente.
  • Acción vasodilatadora en la profilaxis de la cardiopatía isquémica.
  • Actividad estimulante de la secreción gástrica y jugos biliares, mantenimiento de la capacidad de digestión comprobada por el índice de digestivilidad.
  • Acción tonificante, benéfica en sujetos sometidos a recuperación por malnutrición o cirrosis hepática.
  • Acción protectora frente a afecciones de cálculos biliares de colesterol.
  • Acción antiséptica sobre determinadas especies de taxones bacterianos o víricos.
  • Estimulante de la producción de calcitonina en oposición al proceso osteoporótico.
  • Contribución al tono general, especialmente en edades avanzadas, bajo consumo moderado y durante la ingesta.
  • Efecto positivo frente a enfermedades renales.
  • El hierro que contiene es más biodisponible que el encontrado en otros alimentos.

Por otra parte el consumo moderado de vino ejerce un efecto depresor sobre el nivel de excitación cortical cerebral (Aurosal) al tiempo que desinhibe y facilita la activación subcortical, lo que equivale a decir, en términos psicológicos, que estimula los sentimientos de bienestar, de euforia y de cordialidad.

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