La temperatura del vino es por lo general un factor muy determinante en el momento de degustar una botella de vino. Aunque la mayoría ya conocemos estos datos, es quizás un buen artículo para abrir esta sección de «Cultura del Vino» que desde la Denominación de Origen Ribera del Guadiana vamos a realizar.
El vino necesita vigilancia, amor y cuidado hasta el último momento. Desde el primer instante, la apertura de una botella de vino requiere un respeto, pensad que en esa botella que vas a abrir, está el trabajo de al menos un año de los agricultores, bodegueros, enólogos y otros tantos. Sin su trabajo, esa botella no sería la misma.
Los detalles son muy importantes
Un detalle que se ha de tener en cuenta es la temperatura a la hora de servir el vino. Sin embargo, otros detalles tan sutiles como un mantel de color inadecuado, o una copa con olor a detergente o incluso un momento no adecuado, pueden destruir, en un instante, la belleza y la seducción de un gran vino.
La elección del vino apropiado es vital
Lo primero que se debe hacer bien a la hora de servir el vino en la mesa, es escoger qué vino vamos a beber. La elección del vino apropiado para cada ocasión es vital. Para llevarla a cabo del mejor modo posible, lo ideal sería seleccionar el caldo de entre los que atesoremos en nuestra cava, es decir, escogerlo de entre aquellos que compongan nuestra bodega. Lamentablemente, no todo el mundo puede permitirse disponer de una bodega propia y muchas veces deberemos dejarnos aconsejar por el sommelier.
Si la bodega es nuestra, nosotros conservaremos el vino, teniendo que elegir cuál es el momento más adecuado para su consumo. En este sentido, hay que tener muy presente que el cuidado del vino no finaliza con su compra. Mientras permanezca en el botellero de nuestra bodega particular, hemos de seguir profesándole cuidados. Y es que el vino es una criatura delicada, que requiere permanentes atenciones.
Por otro lado, la duración del vino es, en algunos casos, muy larga, pero nunca indefinida. Tiene un momento óptimo de consumo, al que debemos intentar acercarnos. Beber un vino demasiado pronto o demasiado tarde es, cuando menos, un despilfarro y, a veces, una pérdida irreparable.
La temperatura
Un factor que no suele tenerse en cuenta a la hora de establecer la temperatura ideal de cada vino es el estacional. Y es que, según la época del año, se tiende a preferir las bebidas algo más frescas o más templadas.
Sin tener en cuenta este factor, que es más bien anímico, podemos construir una tabla indicativa de las temperaturas óptimas para el servicio de los distintos tipos de vino:
- 17 – 18 º C: Tintos de crianza, con más de ocho o diez años, y mucho cuerpo.
- 14 – 16 º C: Tintos ligeros o jóvenes, de coloración menos intensa, afrutados y aromáticos. Reservas con menos de ocho o diez años.
- 10 – 12 º C: Blancos tranquilos. Algunos rosados o claretes. Pueden incluirse también en este apartado los vinos dulces naturales, olorosos y amontillados.
- 8 – 10 º C: Blancos tranquilos secos, vinos verdes, y los rosados.
- 6 – 8 º C: Espumosos naturales (a 6 º C los más secos) ,los vinos de aguja, finos de Jerez y manzanillas…
- 4 – 6 º C: Blancos semisecos, licorosos y aromáticos.
El calor, a parte de acentuar el carácter Alcohólico, disminuye la acidez y, por lo tanto, la sensación de frescor que se le atribuye. También aplaca la astringencia de los tintos. Tengan en cuenta estos datos si es que han comprado un vino excesivamente ácido o muy tánico (rasposo). Unos grados más aliviarán el paladar.
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